En el mundo del ajedrez no hay solo un escándalo, hay una guerra. Podría producirse una división similar a la que ocurrió hace 30 años.
El otrora gran campeón mundial de ajedrez, Magnus Carlsen, quien cree que ahora puede hacer lo que quiera, ha caído tan bajo como para publicar correspondencia privada. El noruego ha exigido la renuncia inmediata del presidente de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez), Arkady Dvorkovich, acusándolo de incumplir acuerdos. El conflicto surgió debido al deseo de Carlsen de organizar un campeonato mundial de ajedrez Fischer, pero la FIDE se negó a ceder los derechos sobre el título.
En resumen, el conflicto es el siguiente:
Carlsen y el empresario alemán Jan-Henrik Buettner organizaron una serie de torneos de ajedrez Fischer, una variante del ajedrez en la que las piezas de la primera y última fila se colocan en posiciones aleatorias. Su idea era convertir esta serie en un campeonato mundial. Sin embargo, los derechos sobre el título de campeón mundial de ajedrez (ya sea en clásico, blitz, rápidas o ajedrez Fischer) pertenecen a la FIDE.
Ante esto, Carlsen y Buettner cambiaron el nombre de su serie a «Freestyle Chess», pensando que eso sería suficiente. Sin embargo, la FIDE afirmó que los derechos sobre el título de campeón mundial siguen siendo suyos y que la serie solo podía otorgar el título de ganador de la serie, no el de campeón mundial. Las partes se enfrascaron en una disputa seria. La FIDE decidió protegerse y exigió a los ajedrecistas que firmaran un documento en el que, si participaban en la serie de Carlsen y Buettner, perderían el derecho a clasificarse para el Torneo de Candidatos.
No obstante, la FIDE estaba dispuesta a hacer algunas concesiones a cambio de una compensación financiera. Parecía que se estaba cerca de un acuerdo. Pero el 3 de febrero quedó claro que las negociaciones entre los organizadores de la serie y la FIDE no habían llegado a nada.

Arkadi Dvorkovich – Foto: FIDE
La FIDE publicó un comunicado en el que señaló que los organizadores se negaron a reconocer los derechos de la federación sobre el título de campeón mundial y prefirieron mantener su torneo como un evento privado, sin relación con la FIDE. El presidente de la federación, Arkady Dvorkovich, enfatizó que los jugadores que ya participan en esta serie privada no serán excluidos del actual ciclo del campeonato mundial de ajedrez clásico, siempre que cumplan con sus obligaciones con la FIDE en un plazo de 24 horas.
Además, la FIDE aclaró que si los organizadores de la serie Freestyle Chess eliminaban del reglamento la frase que otorga al ganador el título de campeón mundial, no se impondrían restricciones a los participantes.
En respuesta, Carlsen y Buettner hicieron declaraciones contundentes, exigiendo la renuncia inmediata de Dvorkovich. El empresario alemán publicó una carta abierta en la que detallaba su visión de la situación y proponía soluciones al problema.

Magnus Carlsen – Foto: FIDE
Cada parte tiene su propia versión de la verdad.
Pero lo que nunca debería haber ocurrido son las acciones que Carlsen y Buettner llevaron a cabo, además de sus declaraciones oficiales. Publicaron correspondencia privada con el presidente de la FIDE. Es evidente que Dvorkovich no dio su consentimiento para esto. Además, el entrenador de Carlsen, Peter-Heine Nielsen, también publicó un intercambio de mensajes con el director general de la FIDE, Emil Sutovsky, en el que este último se refiere a Dvorkovich como un «hombre del Kremlin». Sutovsky respondió de inmediato, aclarando que esa correspondencia era de 2018 y acusando a Nielsen de mostrar su verdadero rostro.
No se llegó a un acuerdo, y eso sucede. Las puertas no están cerradas; el proceso de negociación podría continuar. Pero acciones como estas por parte del ex campeón mundial muestran que, en cualquier momento, podría publicar fragmentos de correspondencia privada con quien sea, si le conviene. Y su socio comercial también. Carlsen ha tenido roces con la FIDE durante mucho tiempo. El noruego, al parecer, pensó que podría dominar fácilmente a la federación internacional cuando renunció a defender su título de campeón mundial.
Luego, utilizó cualquier situación controvertida para avivar el conflicto. Ahora, lo que tenemos es una guerra total. ¿Y quién se beneficia de que el ajedrez retroceda 30 años a un estado de división?