El ajedrez, considerado un deporte por el Comité Olímpico Internacional, es un juego intelectual que requiere concentración, cálculo y capacidad de análisis. Pero lo más importante es que se puede jugar desde los tres años y no hay límite de edad. Los valores del ajedrez pueden ser utilizados para proporcionar una educación innovadora.
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El ajedrez es una herramienta transversal e interdisciplinar
En el histórico acuerdo entre el Parlamento Europeo y la Fundación Kaspárov de Ajedrez en 2012, la mayoría de los estados miembros se comprometieron a incluir el ajedrez como asignatura en su currículo escolar y/o como método de aprendizaje, especialmente en las áreas de matemáticas, historia y comprensión de lectura.
La lista de méritos del ajedrez en el ámbito de la educación es interminable. Sin embargo, lo que más destaca en un mundo dominado por multitud de estímulos externos, es la utilización del juego como instrumento educativo. Según Leontxo García, con más de 30 años de experiencia y autor de la columna ‘El Rincón de los Inmortales’ de El País, “no conozco a ningún alumno que se aburra en clase cuando se utiliza el ajedrez como herramienta educativa”.
La inteligencia de los niños que aprenden ajedrez en la escuela se desarrolla en muchas facetas diferentes, incluida su inteligencia emocional. Pero también mejoran su rendimiento académico y desarrollan el interés por otras disciplinas como el arte y la música. No obstante, lo cierto es que no se requiere ninguna inteligencia especial para practicar este deporte. Pero sí es necesario aumentar las capacidades de pensamiento crítico, control emocional, resolución de conflictos y pensamiento flexible.
Obras Literarias
Ejemplos concretos de la aplicación del ajedrez en la educación los encontramos en la obra de Juan Luís Jaureguiberry, el autor argentino de ‘Jaque a las fracciones’. Jaureguiberry se refiere al caso de una niña que aprendió a dibujar rectángulos inclinados gracias al movimiento de los alfiles -en la mayoría de las escuelas los niños sólo aprenden a dibujar rectángulos rectos-. El aprendizaje adicional aquí, es que en geometría no es necesario que las figuras sean rectas.
Otro ejemplo concreto es el de Adriana Salazar, campeona nacional de Colombia entre 1981 y 1996, y autora del libro ‘Juega el maestro y ganan los niños’. En él relata cómo los niños aprenden lateralidad, psicomotricidad, pensamiento lógico y respeto a las reglas utilizando el ajedrez en las clases de educación física; los alumnos juegan partidas en tableros gigantes en los que adoptan los papeles de las piezas que representan.
Los valores del ajedrez
Entre los valores educativos que los jugadores aprenden en los primeros años están la autocrítica, saber ganar y perder, la empatía, la adaptación al entorno y el control del tiempo. Estos alumnos son los profesionales del futuro y trabajarán en empleos que ni siquiera reconocemos para resolver problemas que ni siquiera podemos imaginar. Habrán desarrollado las dos cualidades vitales en el mercado laboral actual: el pensamiento flexible y la rapidez en la toma de decisiones.
El ajedrez y los ordenadores
Quizá haya oído hablar de “Deep Blue”, el superordenador de IBM que en 1997 venció a Garry Kasparov. Este fue el punto de inflexión en la relación entre el hombre y la máquina. Sin embargo, lo que hay que entender de este caso es que no fue la máquina la que ganó, sino que fue Kasparov el que perdió: porque no pudo controlar sus emociones y jugó a un nivel muy inferior al habitual. Con el auge de las nuevas tecnologías, sobre todo en el campo de la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y las últimas técnicas de big data, se ha abierto un nuevo mundo de oportunidades, donde el ajedrez es un área de experimentación constante y aprendizaje compartido.